Palitos de pescado

Y cuando parecía que no tenías nada que comer de repente algo aparece ante tí como una revelación cegadora; así es, es la caja de palitos de pescado que compraste hace un mes; esa que abriste y dejaste apartada porque eran asquerosos, una comida repugnante y grasienta traída directamente desde el mismo infierno hasta tu abarrotado (de hielo) congelador.

En un instante la vida pasa por delante de tus ojos; tú les miras y ellos te miran a ti; es entonces cuando entiendes que han llegado hasta allí para cumplir una misión: llenar el vacío de tu alma con su suave relleno y su crujiente rebozado. Sí bueno, hay gente que sólo aprecia el relleno y otros que sólo aprecian el rebozado, pero cuando estás entre la vida y la inanición no eres capaz de discernir la diferencia entre ambos.

Entonces ocurre.
Te abalanzas sobre ellos con una furia hasta entonces desconocida en ti; rompes su envoltorio y violas la paz de su embalaje mientras los oyes gritar con suaves cantos de sirena que te empujan a pecar. Qué palabra más sosa, "pecar". Olvidad esa palabra, lo sustituire por "hacia el abismo"; bien, bien así me gusta. Vale, segunda toma; todos en sus puestos? de acuerdo; acción.

[...]
rompes su envoltorio y violas la paz de su embalaje mientras los oyes gritar con suaves cantos de sirena que te empujan hacia el abismo. Entonces ya no hay vuelta atrás; sientes el calor del averno reflejado en el aceite de la freidora; gritan, y su desgarrador lamento se clava en tu mente como con una punta ardiendo.



Y entonces silencio; nada más que silencio.



Es en ese momento cuando te das cuenta de que eres un mostruo. Mientras velas por ellos dos lágrimas caen por tus mejillas, purificando el alma pérfida que instantes antes ardía de ira.
Y desaparecen; se funden con su verdugo en mitad del dolor.

Nunca antes lo visteis con los mismos ojos, cierto? Quizá ya nunca podreis volver al supermercado y cruzar la sección de congelados, sin recordar con añoranza aquellos palitos de pescado que alguna vez salvaron la vida al monstruo que todos llevamos en el interior.

Gracias, pescanova.