1er Fascículo por solo 2,99

Érase una vez un chico que andaba por la calle tranquilamente hacia la casa de su abuelita vestidita de verde, cuando se encontró a su amigo Manolín, que paseaba muy contento con la cartera del colegio a la espalda.

-Manolín, manolín! dónde vas tú tan tontento, digo, contento?? Preguntó el chico.
-Pos no ves que llevo la cartera del colegio??? me voy a estudiar!
-Pero si las clases ya se han acabao manolín. Ahora estamos de vacaciones y hasta la semana que viene no hay colegio que valga ni pa bien ni pa mal ni pa los altos, feos o guapos.
-Ah, pero yo ahora tengo muchos exámenes y tengo que estudiar mucho para que mis padres me compren un muñeco turboman.
-Vaya manolín, eso no está bien, no deberías estudiar por el muñeco, sino por la necesidad de aprender para volverte más listo en la vida y poder hacerte un hombre de bien.
-Anda déjame; tengo que conseguir ese muñeco turbomán como sea. Ale, ahí te quedas pedorro de la vida, que no vas a conseguir un muñeco turbomán con brazo ultrapropulsable y nalgas de acero nunca jamás de los jamases!
Y se fue con el gesto torcido y el cuerpo enderezao.
"Vaya, qué tonto es manolito" pensó el chico y siguió andando por la calle.

Un poco más adelante, cuando cruzaba la calle que pasa por al lado de la iglesia, se encontró a su amiga antonieta que se acercaba de frente a él.
-Hola antonieta!
-Hola chico de nombre desconocido! qué tal estás? Dijo la muchachina con una sonrisa en la boca.
-Pos mu bien, ahora mismo iba a comer albóndigas con salsa de roquefort a casa de mi abuelita vestida de verde!"
-A la casa de tu abuelita vestida de verde? y de qué son las albóndigas?? dónde vive tu abuelita??? cómo hace la salsa de roquefort???? por qué vas tú solo????? quieres patatas fritas??????
Ante tal cantidad arrolladora de preguntas inconnómitas a la par que apabullantes, el chico anónimo quedó colapsado de un abrumador sentimiento de tedio, cansinidad y pesadez de hombros, y salió corriendo de allí dejando a Antonieta plantada en mitad de la puerta de la iglesia.

Continuó andando, y pasó por delante de una frutería donde vio a su amiga Paca, que estaba despachando unos rábanos a una maruja con cara de cotilla enfermiza con resfriado.
-Hola chico sin nombre! dijo Paca desde dentro de la tienda.
-Hola mujer sin oficio ni beneficio! que estás ahí liadilla con las coles de bruselas, eh?
-Si, pero no pasa na que yo ahora mismo salgo después que venda estos tomates frehcoj frehcoj (frescos frescos).
-Bueno, yo es que llevaba prisa, que voy a la casa de mi abuelita.

--OOOOOOOYE NIÑO, QUÉ TAL ESTÁS!?!?!?
El chico alzó la vista ante tan desproporcionado acto de vulgaridad y vio a la verdulera madre de la frutera, que le hablaba desde un octavo piso a voz en grito.
--BIEN SEÑORA, BIEN! AHORA IBA A LA CASA DE MI ABUELITA!
--DE TU ABUELITA!?? AY QUÉ BIEN QUÉ MAJO!

Ante esta muestra de afecto y cariño desinteresado, el chico sólo pudo sonreir y seguir caminando mirando al suelo sintiéndose desbordado por la vergüenza de la situación. Paca le siguió hablando mientras despachaba el perejil, pero el chico no paró de andar, y continuó su viaje hacia la casa de su abuelita vestidita de verde.