El cocedero de habas

Tengo una gran olla a presión con todos los ingredientes necesarios para hacer la madre de todos los guisos de habichuelas. Eso, para comer; porque para cenar tengo unas salchichas ricas ricas descongelándose en el fregadero.
Huiremos esta vez del mundo de los fogones para cenar fuera de casa? O nos deleitaremos una semana más con el plato del día de ayer?
Uhm... ya huelo a comida recién hecha, pero aún me repite la que me comí hace años.
Paso de la alta cocina, hoy me voy a rebuscar en mi despensa de las innumerables bolsas de frutos secos que no caducan. Unos pistachetes? Eso no es comida!
Saldré al mercado a ver qué encuentro.
Una verdulería.
Una verdulera.
Soñaré con las recetas del futuro; "hola, vengo del futuro para traerte el nuevo..." hoy no, que no tengo ganas. Vé a molestar a otro; por cierto, me gusta tu corte de pelo.
Incoherencia, contradicción.
Un perro verde con lunares me ladra palabras sin razonamiento físico cuántico.
No entiendes nada, yo tampoco; no tiene sentido.
El sentido lo pones tú. Tú no tienes sentido, tú sentido lo pongo yo.
No te vayas; te esperaré sentado en este parque, donde viven los recuerdos. Mi parque donde tú no existes y yo tampoco.
Ves la fuente? Esperame dentro, en el agua. Sé el agua. De mi lluvia. Golpeando mi mente.
Noches de insomnio.



Vaya, el pitido de la olla; ya están hechas las judías.