Piratas


De toda la tripulación de mi barco tú llevas la pata de palo; sólo tú cojeas allí donde todo el mundo se mantiene erguido, y te tambaleas al oir los tambores de un millar de batallas en las que ni tan solo has podido participar. El parche del ojo sólo te ha dejado ver la mitad de lo que pretendían enseñarte, y con tu ojo sano, jamás te has dignado a mirar en la dirección que indicaba la brújula, tu brújula, que apenas sabe dónde está el norte. Te emborrachas a cada puerto que pisas con la única intención de olvidar el anterior; bebes hasta obtener compañía, tu compañía, aquella que sólo te dura una noche, y de la que te despides entre preguntas sin respuesta y silencios. Malgastas el dinero de los escasos botines que consigues, o los hundes, junto con su navío, en el fondo de un océano que siempre creímos venirte grande.

Aún así nuestro rumbo siempre ha sido el de tu viento, y nuestras velas son izadas por ti, de allí desde donde partimos. Tú eres el espíritu que nos guía, el alma que domina nuestro barco.
Tan sólo espero que el demonio te mantenga con vida, para ver tu bandera pirata ondear libre en el mástil más alto, un día más.