Hace calor; aún debe ser cerca de la una de la tarde. Bajamos las escaleras y nos dirigimos hacia la piscina de la comunidad. No me mira, simplemente camina mientras me lleva agarrado del brazo.
Lo cierto es que me encuentro bastante cansado; creo haber dormido durante horas, pero tengo sensación de pesadez. No logro recordar nada de antes de que me acostara; tan sólo recuerdo despertar en el sofá. Ando ensimismado en mis pensamientos, desconcertado y fuera de lugar, cuando algo me llama la atención: miro mis pies, y me doy cuenta de que estoy descalzo; puedo sentir el calor de los baldosines por los que piso. No había sido consciente de que caminaba descalzo desde que salimos del apartamento.
Pronto entramos en la piscina, y nos sentamos con los demás, que juegan a las cartas formando un corro.
Parecen llevar horas allí, esperándonos; esperándome. Sí, definitivamente esperándome. El hecho de que me tachen de vago no me ofende; es más, no es la primera vez que lo hacen. A decir verdad, reconozco ser algo perezoso en mi vida diaria. No es que me enorgullezca de ello, pero al fin y al cabo, uno debe aceptarse tal y como es, ¿no?
No me tocan buenas cartas; pierdo. La siguiente mano es exactamente igual que la anterior; incluso con las mismas figuras. No ganaré a este juego.
Me pongo las gafas de bucear y me dirijo al agua. Paso antes por la ducha y, aunque me meto con miedo, descubro que el agua está caliente. Odio ducharme con agua fría; si es así, prefiero no hacerlo antes de meterme en la piscina. Me acerco a una de las escaleras y comienzo a bajar despacio. El agua de la piscina también está caliente, así que me tiro directamente dentro. Allí hay varios de mis amigos, y nos entretenemos buceando y haciéndonos aguadillas.
Van a cerrar la piscina. Salgo del agua, y se levanta mucho viento. Estoy tiritando de frío, a pesar de estar a pleno sol. Me tapo con la toalla sin dejar de temblar, ensimismado, mientras contemplo el agua de un azul claro. "Vamos, David" me llama desde fuera del recinto de la piscina. Comienzo a andar, cuando siento un dolor punzante en el pie. Me he clavado algo; es una pieza de cerámica. Aparenta ser un pedazo de algún jarrón roto o algo así. Dolorido, camino hasta donde ellos se encuentran.