Pues sí, así ha sido mi última época de exámenes, y eso que aún no ha terminado. Y es que a veces el orden místico del universo se viene abajo, y las desgracias académicas acaecen una detrás de otra afectando a un único sujeto mortal, que en este caso vengo a ser yo. Sí, he cascao pero oye, he plantao cara... que más vale morir peleando que vivir rascándose los genitales, ¿no?; así al menos tengo asegurada una conciencia nocturna de hábitos tranquilos y saludables, para poder dormir plácidamente y conciliar el sueño sin ningún tipo de problema.
Últimamente, esto mismo de llegar a la fase rem está empezando a ser para mí algo, cuanto menos, a tener en cuenta. La cuestión es que me acuesto muy tarde, hago vida nocturna en el ordenador, y doy un montón de vueltas cuando me acuesto, intranquilo debido a la actividad frenética de mi perturbada (también en el apartado sexual) cabecita maligna. Así me ocurre, que luego el hecho de madrugar supone para mí un reto demasiado descabellado como para llevarlo a cabo, por mucho que el maldito despertador se empeñe en excitar mis tímpanos con su desagradable repiqueteo. He de reconocer al mundo, que he adquirido recientemente la habilidad de apagar el despertador mientras me encuentro en el límite de la consciencia, en el limbo que existe entre el sueño y la realidad, para poder seguir durmiendo plácidamente sin ningún tipo de remordimiento posterior, ni recuerdo significativo de este hecho que pueda producir ninguna clase de alteracion emocional en mí.
Este fenómeno podría ser el causante de mi pseudofracaso universitario, obligándome a dormir cuando debería estar estudiando, y causándome una ignorancia que mi inteligencia emocional tan felizmente adquirida desde hace un tiempo, no ha podido solventar.
La inteligencia emocional, para los que desconozcais el término, consiste en la constatación de que las personas que tienen pareja sentimental presentan un coeficiente intelectual mayor que ellas mismas experimentalmente en ausencia de ésta. Esto quiere decir básicamente, que está provado que con novia/o te vuelves más listo/a/e/i/o/u. Yo no sé si será realmente cierta esta afirmación, pero desde que tengo pareja he visto mi récord de partidas ganadas al juego de "la escoba" aumentar de forma exponencial gracias a mi rapidez inaudita a la hora de hacer sumas de cabeza; yo lo voy a dejar ahí, y quien lo quiera entender... que lo entienda.
Ya he escrito bastante por hoy, así que doy por finiquitada mi primera entrada sobre "experiencias personales"; espero que haya sido de su agrado, y si no, siempre podeis ir a leer cualquier otro blog sobre cómo hacer sillas con esparto, y ojalá se os quede el culo a rayas después de sentaros en una de ellas.
Por mi parte nada más, tumorrón un salchichón, y a vivir que son... chú deis.
Ale, ale.