Allein


Siempre me deseaste que soñara con los ángeles, y éstos nunca se presentaron en mis sueños. Y ahora que ya no creo en Dios, no dejan de aletear sobre mí cada vez que cierro mis ojos.
Ahora que perdí la fé oigo sus voces; ahora que no soy capaz de oir, escucho cada uno de sus susurros. Les busco en la oscuridad, intento mirarles; pero su luz me ciega, ya no puedo verles porque ellos ya no creen en mí.

El castigo de Dios es saber que la he perdido; su burla, son sus ojos mirándome cada noche; sus labios arrancándome el alma con cada beso; su cuerpo, su piel, que detienen el pulso de mi corazón y hacen arder mi sangre... todo para despertar cada mañana y volver a perderla otra vez.

Hace mucho te pedí una noche eterna; por favor, haz que ahora, aunque sólo sea para mí, ya no vuelva a amanecer.