A los pies de mi cama hay un mono sacándose un moco.


A los pies de mi cama hay un mono sacándose un moco.
Le miro.
Me mira.
Creo que me conoce.

Entonces me levanto y le observo con una mirada indiferente y coloquial como si todos los días él estuviera ahí, sentado a los pies de mi cama, hurgándose en las fosas nasales.

El mono termina su aventura nasal y me regala una mirada indiferente y cotidiana, de esas miradas que podemos echarle a la tele cuando está apagada o a la otra punta del sofá cuando uno está sentado solo. Entonces aquel mono decide romper el hielo y me hace una pedorreta con sus grandes labios. Una de esas pedorretas de mono. De mono peludo.
Me escupe.

Parpadeo lentamente y con gesto de simpática resignación me limpio sus babas de primate de la cara. Le miro y suspiro; pero no con un suspiro de cansancio, sino con un suspiro de monotonía.
El mono no entiende ni mi suspiro ni nada. Me mira y dice levantando los brazos con un gesto de duda:
-¿Qué?-
-No, nada.- Respondo yo, distraído.

Eh, un momento. Es un mono que habla.
-¿Hablas?- Pregunto.

El mono no responde. A los dos segundos comienza a bajar hábilmente de la litera superior de mi cama, que es donde duermo yo, camina hacia mí y se abraza a mi pierna. Luego me suelta, se sienta en el suelo y coge una de mis zapatillas de andar por casa. De esas que debería ponerme para andar por casa, pero que no me pongo. La coge, se la mete en la boca y comienza a morderla.

Yo le miro indiferente.
-Te voy a llamar Pericles.- Digo en un alarde de originalidad.
Al mono le da igual. El mono no tiene preocupaciones.

Salgo al pasillo de mi casa y veo una enorme escalera de esas que usan los pintores, tan alta que llega a atravesar el techo de mi casa. Podría no subir por la escalera y perderme las maravillosas aventuras que me esperarían arriba. Pero subo. Porque me mola el riesgo.

Subo por la escalera y llego a una sala enorme con muchos ventanales y unos archivadores. Camino extrañado por esta sala y detrás de una columna me encuentro a Morgan Freeman fregando el suelo.
-¿Quieres ayudarme?- Me dice todo sonriente, indicándome la localización exacta de otra fregona con su correpondiente cubo de fregona para fregar.
-Eeeh... vale.-
Y fregamos.
Y cuando hubimos terminado, se para delante de mí y me dice Morgan Freeman:
-Muchas gracias. Como todo el mundo sabrá ya a estas alturas, yo soy Dios y voy a concederte un deseo por haber sido tan amable. ¿Cuál es tu deseo?-
Entonces yo pensé en un montón de cosas y personas. Cosas que me gustaría tener o que otros tuviesen, y personas que me gustaría que estuviesen conmigo. También pensé en los cromos que me faltaban del álbum de cromos de pokémon, pero acto seguido caí en la cuenta de que el álbum de cromos de pokémon era el único álbum de cromos del cual yo había logrado conseguir todos los cromos.

Así que tras mucho divagar y pensar, creí haber llegado por fin a una conclusión.
-Quiero que Pericles sea un niño de verdad.-
Morgan Freeman me sonrió como solo Morgan Freeman y Gandalf saben hacerlo, y puso su mano en mi hombro.
-Pero Davidopoulos, Pericles ya es un niño de verdad...-
-No, es un mono.- Dije yo, convencido de ello.
-¿De verdad? Pensé que era un niño... vaya, pues entonces te concederé tu deseo.-
Morgan Freeman me dio un abrazo, y bajé la escalera hacia mi casa.

El nerviosismo me corroía por dentro. La felicidad me envolvía como el papel de alumnio a un sandwich mixto. Entré en mi habitación, y aquello que vi me dejó perplejo.
Pericles ya no era un mono. Ahora Pericles era un niño gordo con tetas.

"Nooooooooooohhhh" Grité yo, como grita Darth Vader en la versión original del episodio IV de Star Wars. Alcé el puño al cielo en señal de duelo. Justo en los instantes siguientes la tierra comenzó a temblar. Parecía que había un terremoto horrible. El cielo se oscureció, y se oyeron unos truenos siniestros. La tarima flotante de mi habitación se rajó por la mitad, y del agujero en el suelo (que era un agujero grande en plan pozo) aparecieron unas llamas, que envolvían a un ser no identificado. El terremoto pasó y las llamas cesaron. Entonces pude distinguir que aquel ser era una chica muy fea muy fea muy fea a la que había visto un par de días atrás, y que además iba a mi universidad.

-Ahhh, tú eres el demonio, ¿a que sí?-
-Sí.- Dijo ella. Bueno no la entendí muy bien, pero creo que algo así dijo.
-Ya lo sabía yo.- Contesté, satisfecho. De esas satisfacciones que te hinchan el pecho, como aprobar mucho o beberte una coca cola en verano.

-El mundo no te ha tratado bien, ¿verdad? Es todo una mierda... Tú sólo querías el bien para Pericles, y ese al que tú llamas "Dios", ha hecho de tu Pericles un niño gordo con tetas.
Agaché la cabeza, y la tristeza y el miedo y el odio y la ira y el lado oscuro me envolvieron. Mis cejas cayeron tensadas y mis ojos se encendieron de un rojo fuego por la injusticia de haber fregado el suelo de Morgan Freeman y que ahora Pericles fuera un niño gordo con tetas en vez de un niño de verdad. Que con esto no quiero decir que los niños gordos y con tetas sean de mentira, sino que el resto de chiquillos se reirían de mi Pericles. Porque los niños y sólo los niños son seres crueles.

-¡Te la ha jugado! ¡No debiste haberte fiado de él!- Yo ya no podía soportarlo. Y encima Pericles seguía chupando la zapatilla de estar por casa.- Pero te ofrezco un trato, Davidopoulos.- Dijo acercándose y susurrando en mi oído.- Tú me das tu alma, y yo convierto a tu Pericles en un hombre modelo. En todo un ejemplo de conducta, esfuerzo y sacrificio. Le haré majo, simpático, guapo, inteligente, con dinero... y sin embargo haré que tenga los pies en el suelo y que nunca se le suba nada a la cabeza. Los niños le adorarán, todos querrán ser como él. Le convertiré en un deportista de élite, el mejor jugador de fútbol del mundo. Tu Pericles será Lionel Messi...

En ese momento, algo dentro de mí despertó. Mis ojos se abrieron como platos, mis manos se cerraron en puños y la locura nubló mi mente. Me giré hacia aquella chica, que era el demonio, y grité:
-El mejor jugador del mundo es... ¡¡¡CRISTIANO RONALDO!!!-
Y le di la patada que le da Leónidas al hombre ese en la peli de "300", haciendo que la chica (que era el demonio o al menos lo parecía... pero vamos, con casi nada de error en que era el demonio) cayese en el pozo que había justo a su espalda y que comunicaba directamente con el infierno.

Cuando todo hubo pasado, me giré hacia Pericles y traté de levantarlo del suelo y abrazarlo pero no pude porque estaba demasiado gordo, así que le abracé en el suelo y le dije "no importa que seas un niño gordo con tetas, Pericles, yo te quiero igual". Pericles me devolvió el abrazo sin dejar de morder la zapatilla.
Y aquí acaba la historia.



----
A pesar de ser un niño gordo con tetas, la gracia natural y el desparpajo de Pericles hicieron que fuera plenamente aceptado socialmente hasta el hecho de tener parejas sentimentales que desarrollaron sentimientos reales amorosos por él durante la pubertad. Estudió ciencias veterinarias y llegó a convertirse en un veterinario prestigioso y de buena reputación del zoo de Fuengilora, hasta que le sorprendieron teniendo relaciones sexuales con primates en la privacidad de su consulta. Tras haber confesado su zoofilia, fue juzgado con extrema dureza por un jurado popular de telecinco, para ingresar poco después en la cárcel malagueña de Alhaurín de la Torre. Desgraciadamente, las tetas que Morgan Freeman le dió hicieron que fuera el juguete sexual de muchos de los reclusos de la penitenciaría, a pesar de la gran mata de vello que le cubría la mayor parte del cuerpo. Tras cumplir condena, a Pericles le fue denegado el permiso para ejercer la veterinaria por lo que, al ser un hombre gordo, peludo y con tetas que no poseía oficio ni beneficio, no le quedó otra salida que arrejuntarse a una folclórica viejuna para poder vivir del cuento y de vender falsos posados en las revistas del corazón. Pericles fue seleccionado poco después para uno de los castings de "Supervivientes", pero nunca pudo participar en el concurso ya que el helicóptero que le transportaba tuvo un accidente por exceso de peso, y cayó en una de las islas de "Jurassic Park". En la isla de Nublar más concrétamente, la de la primera peli.
Nunca se volvió a saber de él.