Ni tan siquiera ya las palabras consiguen complacerme. Ahora éstas se me antojan menudas, efímeras, tibias... insuficientes en todo caso para lo que me gustaría expresar.
Cómo hablarte desde allí donde las letras pierden su significado, lejos de formarse con los sentidos para, en vez de eso, ser captadas con el alma...
De lo que me gustaría decirte, con todo aquello, jamás quedaría satisfecho. Y es que nos condenaste en el instante en que sacaste a la luz la más infausta de nuestras verdades.
Tenías razón; una y mil veces.
Si es entre tú y yo... nunca es suficiente.