The Labyrinth of the Rates


           No sabría decir cuánto tiempo estuve sentado en aquel lugar, apoyado en una pared de piedra, perdido dentro del laberinto. Después de lo que me parecieron horas de camino carente de sentido, decidí detenerme y esperar, sin saber muy bien a qué. Recordé los años en que era joven, enamoradizo e inexperto. Joven en el amor, enamoradizo en posibilidades, e inexperto en mí mismo. Lo tenía todo y creía no tener nada, o quizá no tuviera nada y creyese tenerlo todo... fuera como fuese, en aquel tiempo me envolvía la misma sensación de extravío, el mismo sentimiento de desorientación que experimentaba ahora en el laberinto. Cada elección que tomaba me conducía a un callejón sin salida, que me impedía continuar; y cuando volvía sobre mis pasos, no era capaz de reconocer el camino que me había llevado hasta allí. Entonces tan solo me quedaba detenerme y esperar, sin saber muy bien a qué, exactamente igual que hacía ahora. Nervioso, apoyé la cabeza en mis brazos y traté de relajarme, hasta tal punto en que caí dormido.

¿De dónde vienes?
De ninguna parte, siempre estuve aquí, mientras soñabas despierto. ¿No me viste?
Alguien corre. Llega tarde. Yo nunca llego tarde, es el mundo el que llega demasiado pronto. Para mí.
¿Y esas cajas? Todas llenas de espuma de embalar. No busques; vacías. Son para la mudanza.
¿Tú quién eres? ¿Yo? A mí no me conoces.
Desperté en mi cama. Solo.
Desperté en mi cama. Solo.
Desperté en mi cama. Me duele la espalda.
El 10% de una vida solo me dura 19 lunares. Uno tras otro tras otro tras otro.
Y solo escucho bla bla bla bla. Yo no Yo no Yo no Yo no. 
Harás lo que se te diga.
No puedo respirar. No sé nadar a favor.
Yo ¿cuándo? ¿Yo siempre?
Cuando sepáis cómo me llamo.
¿Cómo me llamo? 
Davidopo...
Olvídalo.

           Cuando desperté había caído la noche. El cielo había oscurecido, y se había bañado de estrellas. Al bajar la vista, decenas de ojos me observaban desde las sombras de las paredes de ladrillo de aquel laberinto.