¿De qué me hablas?

¿De qué me hablas? No tengo ni la menor idea de a qué te refieres. Por lo que a mí respecta, estaba muy agusto aquí tumbado hasta que has venido tú a decirme esta sarta de estupideces.
No quiero ni pensar lo que te habrán dicho por ahí de mí; no quiero ni imaginar lo que aún les quedará por decirte.
Si quieres mi opinión, y es obvio que la quieres ya que has venido hasta aquí, creo que te estás tomando todo esto demasiado a pecho; yo no soy tan malo como me pintan, ni soy tan bueno como idealizaste. Sobrevivo en este rinconcito alimentándome de las sobras de sus grandiosos días y esperando mi turno para morderles el trasero cuando menos se lo esperen.
Y si me permites darte un consejo, te diré que el secreto del éxito no consiste en ser mejor que ellos, sino en esperar el momento justo para mostrar eso de lo que sólo tú eres capaz.

"Me das miedo".
"Y tú a mí".