Mi peor entrada

No sólo es mi blog el que se hunde, y este post es el mejor ejemplo de ello.

Ni lírica, ni dramatismo, ni mierdas; ahora sólo hay lugar para mis putas desgracias.
Es sábado; la una y veinte de la noche, y lo mejor que tengo que hacer es escribir esta basura (en realidad tengo dos examenes la semana que viene pero, ¿acaso crees que voy a estudiar también por la noche?...¿también?). No me extraña que tenga que ir a clases antiestrés para alegrarme la vida; que me levante a la una de la tarde habiéndome despertado mil veces antes, para luego agachar la cabeza y pensar "para la mierda que vas a hacer despierto, mejor que ni te molestes en abrir los ojos"; no me extraña que viva mirando al mundo desde la ventana, esperando que me devuelva la mirada. Pero no lo hace; ni lo va a hacer, porque al mundo no le gusta mi puta cara; ¿no, verdad? Pues te jodes.

Ojalá viniesen los tres reyes magos a mi casa y me regalaran una puta vida nueva con sus nuevas aspiraciones y sus nuevos alicientes; alicientes... ilusiones... incentivos...
Si fuera así, y pudiera elegir mi propio camino, ahora mismo estaría por ahí con algún tipo de gentuza, rodeado de zorras para satisfacer mis necesidades biológicas. De esas que al cruzarte con ellas te miran por encima del hombro, esbozando una mueca de asco en su cara de guarra. Por supuesto debe lucir minifalda, un escote en que por más que buscas las tetas no las encuentras, y caminar de forma estrafalaria con sus zapatitos de tacón enorme. No creo que haga falta añadir, que si te la cepillas una noche, no hace falta que la llames al día siguiente, es más, no hace falta ni siquiera que hagas el esfuerzo de recordar su nombre.

Pues viéndome yo rodeado de jóvenes bellezas como estas, no tendría otro afán que beber para hacerme el borracho o, simplemente emborracharme para tener la escusa de estar fuera de mí, y cepillarme a la primera de ellas que se pusiese a tiro. Me pasaría la larga noche diciéndo gilipolleces, riéndome de cualquiera que pasase por mi lado y meándome por las esquinas del parking en el que estuviese confinado.

Mis amigos serían una pandilla de gilipollas descerebrados, cuya máxima ambición en la vida sería acostarse con la más fea, en contraposición con la mía, que sería procurar que mi polvo fuese un poco menos escalofriante que el de ellos. Hablaríamos de un montón de temas absurdos y sin sentido, y nos intercambiaríamos relatos sobre lo mierda que es nuestro trabajo como reponedores en el mercadona. "Hasta la polla estoy ya de las putas viejas, tío..."; "estoy pensando en sacarme la e.s.o....".

Esa debería ser mi vida; y no la que tengo ahora.
Hace poco me dijisteis que hablase del vacío; pues con este post tampoco voy tan desencaminado.
Me levanto por la mañana y lo que veo es todo lo que hay; me despierto a las 7 cabreado como un gilipollas por la falta de sueño que arrastro por acostarme a las 2 de la madrugada; voy a la universidad para aguantar una mierda de clases en las que no me entero de nada y no hago más que perder el tiempo, para relacionarme lévemente y de forma superficial con unos compañeros a los que les importo una mierda, y que si por mí fuera, me la pelaría no volver a ver (debe ser recíproco...). Podría contar con los dedos de una mano a las personas que me importan de aquel puto antro en el que me metí un día de malas decisiones.

Y quitando esto, ¿qué me queda?
¡El messenger, claro! Mis horas y horas perdidas de messenger para hablar mucho y decir poco. Si no me puedes mirar a los ojos, por mucho que te diga, no vas a saber cómo me siento.
Veo pasar los putos días amargado esperando que alguien le de un poco de gracia a toda esta basura que me envuelve; que justo te abra una ventanita esa persona a quien tú querrías hablar... pero no, parece que ella tampoco te necesita. Cuando estás mal nadie viene a echarte una mano y, si alguien se acerca, será justo quien tú no quieres que venga. Si tu móvil suena, será justo esa persona a quien no tengas ganas de cogerle el teléfono. Lástima que sea ella la única que se acuerde de tí, y tú, seas el que más ganas tenga de olvidarla.

Prefiero una puta vida echada a perder desde el primer capítulo que pasar mis días estancado viendo cómo me hundo poco a poco; prefiero no esperar a nadie, que esperar a alguien que no llegará nunca.
Prefiero drogarme y perder la consciencia a ver el final.

Prefiero no escribir, a escribir esta mierda de entrada pero, eh, ya os lo advertí; ¿o es que pensabais que con ese título, esta podría ser una lectura agradable?