Por tu continuo tono de reproche; por tu negatividad, pesimismo y detracción ante cada uno de mis proyectos futuros; por catalogar como estúpido e innecesario todo aquello que intento acometer con ilusión; por fijar tu atención únicamente en mis errores, y denigrar mis logros a un silencio; por obligarme a cumplir mis aspiraciones, absurdas a tu parecer, sin tu respaldo; por infravalorar mis posibilidades.

Por seguir creyendo que soy tan sólo un niño.


Lo siento, mamá.