Medium (1/2)


-Por favor, pasa y siéntate.-
Avancé por el pasillo que componía la entradita de la casa, pasé al salón y me senté frente a aquella mujer, a una pequeña mesita de té redonda.
-Así que usted deber ser la medium...-
-Así que tú debes ser el escéptico...- Dijo ella con los ojos muy abiertos y fijos en mí.
-Me ha cazado nada más entrar... Está bien; verá, tengo que reconocerlo, nunca he creído en esta clase de cosas. No creo que realmente haya espíritus, fantasmas entre nosotros, o lo que demonios sea con lo que usted contacte. Para mí, y lo siento si la ofendo pero puedo asegurarle que le estoy siendo completamente sincero, ... esto es tan sólo una pequeña fantasía.-
-¿Entonces por qué ha venido?- Ella me miraba muy fíjamente, como si fuera capaz de ver a través de mí. -Me pregunto por qué un hombre que no cree en lo paranormal decide contratar los servicios de una medium... ¿Acaso se habrá planteado seriamente la existencia del más allá habiendo venido aquí para saciar su curiosidad...? Mmm... no lo creo... apostaría a que todo es más terrenal, ¿cierto? Quizá esté cansado de sus preguntas sin respuesta, y haya decidido buscar allá donde su razón no puede guiarle; quizá se haya dado cuenta de que la única forma de hallar su verdad es a través de aquello en lo que no puede creer... aquello en lo que no quiere creer. Buscará en mitad de la nada, con los ojos vendados. ¿Acabarán así, tal vez, sus noches de vigilia, sus eternas horas de remordimientos, señor Davidopoulos? ¿Encontrará al fin aquí... aquello que tanto busca?-

Ella adoptaba un papel superior con cada una de sus palabras; tenía razón, ambos lo sabíamos. Bajé la vista, escapando de la inquisición de sus ojos, y contesté con un tono defensivo.
-¿Sus espíritus le han dicho todo eso?-
-No necesito a mis espíritus para esto, usted lo ha estado gritando desde que ha entrado.- Sonrió.
La condescendencia de sus palabras fue un regalo que yo no esperaba encontrar en aquel momento.
-Dame tu mano, vamos a empezar.-
-¿Qué es lo que hará?- Dije sin mover mis brazos hacia ella. -¿Leerá mi futuro..., me dirá cómo debo actuar, a qué debo tenerme?-
-Lo siento, pero no soy adivina; tan sólo soy capaz de interpretar la esencia de tu alma.- Ella debió ser consciente de la expresión de incomprensión de mi rostro, y decidió explicarme en lo que aquello consistía.

-Verás, el destino de los hombres se encuentra prefijado en varios puntos; eres dueño de tu propio devenir en cuanto a acciones y elecciones determinadas, pero estas confluyen en un mismo punto.-
Se levantó de la mesa, caminó hasta la otra punta de la sala y volvió con un pequeño trozo de papel y un lapicero; entonces comenzó a dibujar.
-Es decir, tú elijes de alguna forma el camino que quieres tomar para ir de A hasta B, pero la consecución de B es inevitable. Esto a su vez, está dividido a gran escala, dichos caminos no son lineales, sino que poseen pequeñas ramificaciones entre ellos. Yo soy capaz de ver tan sólo un boceto de aquello que te rodea; interpreto de alguna forma la linea en la que avanzas, la influencia de esos puntos A y B prefijados sobre tí, pero no puedo ver hechos ni acciones concretas.-
Volvió a dirigir su miraba hacia mí.
-A cada uno nos envuelve una esencia determinada; en esta esencia confluyen sentimientos, deseos, temores, anhelos...-
-Remordimientos...- La interrumpí.
-También remordimientos... Los sueños que tenemos cuando dormimos, son simplemente una interpretación de esa esencia; cada uno le da forma al manto que recubre su alma. Yo soy capaz de soñar, de alguna manera, con la tuya.-
-¿Podrá ver aquello con lo que sueño?-Pregunté.
-Podré ver más allá de tus sueños, pero no puedo prometerte respuestas; tú debes interpretar aquello que te rodea- Concluyó. -Ahora dame tu mano.-

Uní mis manos con las suyas, cálidas y suaves.
Entonces aquella mujer cerró los ojos, y suspiró.