Fiebre


Sé que hacía casi un mes que no escribía; pero he de confesaros no tener cargo de conciencia.
Creo que la inspiración nace cuando nace, y más en mi particular egoblog infame. Hoy, que tengo un nuevo seguidor más, el cual pasará a formar parte de mi ingrata prole de almas descarriadas, no he podido dejar pasar el desinteresado gesto de agradecerle su lectura con un renovado y flamante post nuevo. Porque a mí personalmente me jode leer cosas del pasado que perdieron su verosimilitud años ha.


Fiebre: 38 grados.
Hoy estoy enfermo; tengo fiebre. Y como febril/fiebroso asqueroso que soy, con todo el tiempo libre que eso conlleva, he pseudohecho balance de mi vida durante las más de 15 horas que he permanecido en cama. Vosotros, fieles seguidores, estaréis ávidos por conocer qué ha sido de mi vida en este último mes de palabras en busca y captura. Por esto he decidido escribir este post para situaros un poco en tiempo y en espacio conmigo.
Muchos de vosotros me lo agradeceréis.
Otros no entenderéis nada.
Otros no me prestaréis atención.

Me encuentro en un punto de mi vida difícil de explicar. Mi salud se resiente por los malos hábitos adquiridos en la infancia, como beber las cosas frías, saltar por los sofás o, según algunos, dormir con el culo al aire. El caso es que estoy algo jodidillo, como habréis podido intuír, ya que he contraído enfermedades que me darán aproximadamente una esperanza de vida de 2 días a partir de hoy. Sí, sé que debería salir a divertirme, pero para mí vosotros sois mucho más importantes que la banal y fútil felicidad, objetivo utópico del ser humano durante cientos de años.
En cuanto a mi trabajo, mis estudios se encuentran en un punto de no retorno, donde mi dejadez estudiantil y mi pereza crónica han hecho que la ley natural de la vida se las vaya a ver en una encarnizada batalla con mi, ya de por sí flamante, flor del culo. Si tengo suerte y mis malvados planes salen bien, aprobaré sin dar un palo al agua. Si no, lloraremos en silencio. Y a otra cosa mariposa.
Y cuando llegamos a mi vida personal, es donde todo se complica. Es algo difícil de contar, así que os pondré un ejemplo futbolístico (que todos entenderéis... cómo no ibais a entender el fútbol...) con el que os haréis una idea sobre mi rocambolesca vida.

Un tío alto, guapo, simpático, con don para el baile, con la alegría de la niñez en el cuerpo... Emmanuel Adebayor.
Adebayor llegó al Real Madrid CF hará un par de meses, como reclamo de Mourinho al club, ante la ausencia de un nueve (delantero) que metiera goles como panes. Adebayor, que estaba en un punto de su vida en el que llevaba mucho tiempo sin darle una patá a un bote, fichó por el club blanco, al que ya le había echado un ojo tiempo atrás, como jugador cedido hasta final de temporada. En el contrato, además, se especificaba una flamante opción de compra al final de la temporada, siempre y cuando el Madrid pagara el traspaso a su anterior club, el cual ascendía a 16 millones de euros.
¿Qué pasa? Que Adebayor empieza a jugar, y a pesar de no ser ni muy rápido ni muy técnico (porque el pobre no era ni rápido ni técnico), pronto encandila al público del Bernabéu en cada una de sus apariciones. Tanto es así que la grada corea "Manolito" cada vez que Adebayor salta al campo. Con el Real Madrid vivió buenos tiempos: peleó hasta el final por la liga, se dejó la piel en los clásicos con el Barça para clasificarse por la Champions, y hasta llegó a ganar la Copa del Rey. Pero el tiempo pasa, y la temporada llega a su fin. Adebayor, maravillado con el Real Madrid llega al final de su contrato, y a pesar de que su juego no ha sido malo y de que ha corrido en el campo como el que más, el club blanco decide a priori no pagar su cláusula y prescindir de sus servicios.


Fiebre: 39 grados.
Adebayor... no, qué cojones, Manolito, ya sabía que esto podía pasar, y de hecho así venía estipulado en su contrato, el cual firmó con una sonrisa de oreja a oreja el día que le transfirieron. Pero su etapa parecía llegar a su fin, y el club aparentemente no estaba dispuesto a pagar lo que habría supuesto la permanencia del jugador en la entidad. Manolito, aún hoy pendiente de confirmación por parte del club blanco, tiene todas las papeletas para abandonar el equipo por la puerta de atrás y mirar los partidos del Real Madrid por la tele.

Esta es un poco mi vida porque, ¿quién de nosotros no se ha sentido nunca Manolito?


No seré hipócrita y diré que en ningún momento pensé que esto acabaría así. Empecé sabiendo lo que había y acepté lo que venía impuesto. Siempre he dicho que todo es posible en esta vida, que tan sólo depende de lo que estés dispuesto a sacrificar. Yo he estado a gusto, hasta que ha llegado un punto en el que mi propia situación ya no me era sostenible, por lo que la única solución era cambiar las condiciones del contrato. El mundo no girará a mi favor, eso creo (y digo creo porque sigo observando algo especial en unos ojos que me miran) así que lo mejor quizá sea hacerse a la idea, y evitarse falsas sorpresas más tarde.


Fiebre: 40 grados.
Mientras, tú me preguntas si estoy bien, y te respondo que "sobrevivo". Sobrevivo mientras los zombis vienen a comerme el cerebro noche sí y noche también. Mientras se esconden en las esquinas en las que podría encontrarte, en los susurros que, desconcertados, me hablan de ti, y en cada una de nuestras miradas que se pierden, evitándonos.

Si de verdad todo acaba aquí, quizá la solución ahora no sea enterrar a los zombis. Quizá la solución sea dejar que se coman alguna parte de mi cerebro, alguna inservible y que no vaya a utilizar más... quizá la que controla mi esfínter anal, o algo así. Quizá sea más feliz dejando que me devoren y cagándome por las esquinas, ¿no crees?

Aún así te respondí que tenía una pala enorme para poder enterrarlos. Tan enorme como tus ojos cada vez que me miras fíjamente; tan enorme como el olor de tu piel en cada abrazo que nos dedicamos el uno al otro, como el sonido de esas palabras que me dices a media voz para que nazcan y mueran en nosotros dos; tan enorme como lo real que fueron cada una de las veces que me dijiste que me querías, como lo real que aún siguen siendo.

Como cada uno de los sueños en los que aún hoy me ves, y te empeñas en no recordar.
Sentimientos que tratas de borrar de tu memoria, gestos, caricias.
Como cada una de las palabras aquí escritas, que se clavan, una a una en tu mente, y te impiden dormir. Una noche más.
Cierra los ojos.
¿Lo has visto?
Ahora miéntete.