Miércoles y jueves y tiro porque me toca


          Yo tenía el cubilete rosa. Todo el mundo sabe que el cubilete rosa es el cubilete ganador, por eso lo escogí. Metí los dados dentro, lo sacudí con fuerza sobre la palma de mi mano y lo destapé de golpe. Los dados marcaron un uno y un nueve. Caí en la casilla del miércoles, y pude saltar directamente a la del jueves. Lo hice deprisa, era mejor no pensar y mover la ficha casi de forma inconsciente. Después, volví a meter los dados en el cubilete y tiré de nuevo. No recuerdo lo que salió, pero no me importa. Tan sólo volví a mover la ficha lo más rápido que pude, sin levantar la vista del tablero. Una vez hubo terminado mi turno, suspiré y alcé los ojos lentamente. Era el turno de Pericles. Pero Pericles era un mono. Y no sabía jugar.