Cartas desde el Inframundo (VI)


          Grábame en la piel el mutismo de cada verso que, en mis ojos, nace y muere en ti. Del aliento que se entrelaza, se busca, se desvanece y se pierde en el limbo de los deseos, sabiéndose estar eternamente condenado a seguir respirando. Sobre entregar el miedo que congela nuestra sangre, para así ser libres de nosotros mismos. Sobre entregar nuestra sangre al miedo, para desangrarnos después a oscuras bajo aquello que sentimos debilitar su pálpito. Morir en cada muerte ajena; renacer en cada palabra, en cada gesto con único dueño, única panacea de un mundo lleno de copias de nosotros mismos. Saberse arrodillado ante la propia vida, mirando en el espejo a nuestro verdugo. Dejarse arrastrar por unas manos que se aferran la una a la otra, incapaces de no extrañarse. Creer en lo que nuestra razón no puede explicar sobre nosotros mismos.

Grábame en la piel, con tu piel, éste, cada segundo de ti.






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