Pero, en ocasiones, el País de las Maravillas puede ser realmente gélido, por lo que la rosa que guardaba Davidopoulos entre sus manos se congeló en menos de un abrir y cerrar de ojos. Sus pétalos se quebraron y cayeron a sus pies, estallando en pequeños fragmentos de un intenso rojo sangre. El chico se quedó inmóvil en mitad del callejón oscuro mientras el frío de aquel extraño mundo calaba lentamente sus huesos.