Un País de las Maravillas #2


          De buenas a primeras el aire se volvía denso. La presión subía taponándonos los oídos, dejándonos incapaces, incluso, de oírnos fútilmente hablar a nosotros mismos. Decidí guardar silencio, y tratar de escuchar mis pensamientos en mitad de aquel mutismo. Hablar habría sido igualmente inútil; no había nadie a mi alrededor que hubiese podido escucharme.